martes, 28 de octubre de 2014

otra sustancia esquiva


Y qué puedo hacer yo si mi padre tenía que morirse algún día. De alguna manera, toda mi vida había consistido en mostrar que él sí tenía un lugar, pero terminé con el alma dislocada. Hasta que, al final, ocurrió lo inevitable. Igualmente, viene ella hoy a decirme que lo nuestro es imposible. ¡Qué puedo hacer yo si ni siquiera lo había notado! Me pregunto cómo pudo pasar tanto tiempo en la cuerda floja. Recuerdo que el cadáver de mi padre se derritió como un agujero negro entre mis manos. Ahora ella se convierte en otra sustancia esquiva. Al menos, tuve aliento para practicar una canción recién inventada y, mientras lo hacía, aproveché para hacer un inventario de lo que soy. Y, ¿a qué llegué? A la conclusión de que, ante todo, debo aceptar la infinita soledad a la que mi nombre responde. Los hombres de la funeraria me advirtieron que el cadáver pesaría mucho, pero yo me sentí en el deber de ayudarles a cargarlo. Lo solté a destiempo y alcanzó a golpearse contra el ataúd, pero sentí que desde algún lugar me agradecía el esfuerzo. Qué pensará ella ahora que acepto su partida. Tal vez lo mismo que pensé yo cuando le reproché a mi padre que me dejara solo cuando niño. ¡Y pensar que en realidad no lo estaba!

domingo, 5 de octubre de 2014

en memoria de quien me ayudó a leer a Schopenhauer


Cuando un filósofo nace la naturaleza descansa, pues encuentra quien cargue por ella ese peso de la abstracción que por momentos llega a ser terrible. Por esto, no es difícil pensar que su muerte descompense la realidad o que, en algún momento, él mismo concluya que es mejor dejar de vivir. De hecho, si se piensa bien, se trata de una idea razonable. Sólo basta con imaginárselo observando el mundo a través de ese cubo que a veces es de vidrio y a veces de granito negro, descifrando los brillos, las superposiciones de imágenes y sonidos que rebotan contra los ángulos, para entender que, si bien el filósofo puede diferenciar como nadie lo falso de lo verdadero, le cuesta encontrar un descanso que otros obtienen más fácilmente. ¡Si al menos las representaciones no estuvieran amenazadas por la voluntad de vivir!