domingo, 14 de septiembre de 2014

antes de golpearle


Anoche tuve sueños extraños: que mi hijo moría y yo trataba de llorar pero no podía, como si estuviera un poco despierto y supiera que todo era mentira; que una secta satánica trataba de apoderarse de mi bosque y tenía que enfrentarla (por razones que no recuerdo, al final de la batalla no quedaba ningún árbol en pie). Después soñé que peleaba con un amigo y que antes de golpearle, esperaba a que le entregara su pequeño hijo a su esposa. Fueron sueños extraños, posiblemente, producto de haberme arrullado antes de tiempo en la chimenea. El fuego expulsa duendes inquietos que pueden hacerte desviar. Hoy me desperté aún extraviado y me ha costado enfocar los objetos pequeños, pero ya mi escepticismo parece más fuerte que todos los males y más bien prefiero repasar lo que será el día. Definitivamente, cada vez me reconozco menos en la individualidad que reclama un sitio diferente al que la realidad impone. Cada vez soy menos el que hace del placer una trinchera para esconderse.

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